¿Se puede contar un viaje? ¿Se pueden resumir cuatro meses en unos breves párrafos? Seguramente, no.

Pero nosotros lo intentamos…

 

 

 

Carriacou, una isla de Grenada

 

21 de mayo de 2010

Muy pocas millas separan a Union Island de Carriacou, así que navegamos solo con el yankie a 5’5 nudos de velocidad.


Carriacou pertenece a Grenada, estado independiente, por tanto moneda dólar EC, de habla inglesa, conducción por la izquierd, etc. Carriacou es una palabra caribeña que significa “isla rodeada de arrecifes”; pero el acercamiento a la parte suroeste, donde están los dos fondeaderos, no tiene dificultad.


Fondeamos en Hillsbourough Bay.  Nos acordamos de nuestros amigos del Doria. Es una de las bahías más grandes donde hemos estado y estando solo dos barcos fondeados, un catamarán de 50 pies le tuvo que golpear justo a él haciéndole importantes destrozos en la proa. Afortunadamente el seguro le dio un buen pico por los daños.  


Ahora estamos tres barcos fondeados y los tres somos españoles. ¡Eureka! Resulta increíble. Solo desembarcar con el dinghy nos acercamos a saludar al otro barco español, que en realidad tiene bandera suiza con el spanish pabellón en babor. Una pareja de medio españoles, medio suizos – ya que llevan viviendo cuarenta años en este otro país, hijos de emigrantes- navegan en este precioso velero, un Omni 45, y prontamente nos invitan a pasar a tomar algo por la tarde.


Hacemos los papeles de entrada a Grenada, pagando los correspondientes 76 EC$ y nos damos una vuelta por el pueblito lleno de bares y supermercados con precios que no nos resultan demasiado baratos.  


A la noche junto al Bahía visitamos a Jose y Mayte –que hemos bautizado como los suizos- nos invitan a un cóctel de casaza y unos ricos canapés con pan casero que ella ha preparado. Aprovechamos para tomar nota de la receta del pan a ver si algún día nos animamos a hacer. Charlamos distendidamente y Mayte con la ayuda de Carlos improvisa unos ricos macarrones. Al día siguiente comemos todos juntos bacalao en el Caps y a la noche termina la rueda de españoles en el Bahía con unos pescaditos frescos a la plancha que ellos mismos han cogido.

 

 

23 de mayo de 2010

Todos los barcos llegan a esta bahía para hacer los papeles de entrada y se van rápidamente al fondeadero vecino. Jose y Mayte nos dicen que el otro está repleto de barcos pero a ellos les resulta mucho más agradable el lugar en el  que estamos. Además tenemos internet abordo para ponernos al día.


Nos despedimos del Jomay que suben hacia Martinique a recoger a unos amigos y partimos para  Tyrrel Bay. Coincidimos con la opinión de “los suizos”; nos gustaba más Hillsborough; aunque esta bahía está más protegida y seguramente es la razón por la cual todos los barcos se amontonan aquí.


Tyrrel Bay tiene un largo y profundo manglar, Mangrove Swamp, tres o cuatro viejos barcos están allí preparados para pasar la temporada de huracanes La mejor manera para dejarlos dicen que es metiendo la proa en el manglar, bien atado,  y dos anclas por popa.

 

Ya hemos montado nuestra nueva hamaca, usando como puntos de apoyo el arco de radar y la botavara. Se ha convertido en mi rincón favorito: escucho música, leo o simplemente miro el paisaje. En fin, una gozada, lo que nos faltaba... Jose también la ha probado y cada vez le gusta más. Era algo mío, que yo quería hace tiempo y ya ha empezado a pedir si se la voy a prestar un poquito, jeje. Al final tendremos que acabar poniendo dos para no pelearnos..



 

 

 

Una vuelta por la isla

 

24 de mayo de 2010

Partimos hacia la isla de Grenada. Hay 14 millas en línea recta pero hacemos bastante más ya que hay que dejar distancia al volcán activo submarino que está en mitad del paso. Lo dejamos por barlovento y la navegación del primer tramo es un tanto incómoda con viento de 25 nudos a un descuartelar que  se vuelve más cómoda al pasar el volcán y poder tomar un rumbo de popa.


Nos dirigimos al sur de la isla que es donde están todos los fondeaderos. La parte norte es especialmente verde, con una vegetación abundosa, asemejándose a Dominica.

Fondeamos en Grand Anse frente a la capital de la isla, St. George’s. El Bahía ha alquilado un todoterreno por tres días y damos una vuelta por la isla. El interior es montañoso y frondoso. A lo largo de toda la carretera hay cientos de paraditas pequeñas que venden cuatro productos y otros minúsculos bares de donde parece que los propietarios puedan sacar de ahí un pequeño sueldito para vivir de manera muy sencilla. Las casas están bastante cuidadas y pintaditas, las hay grandes y lujosas y pequeñas y modestas. La gente es especialmente amable en la isla.


Bordeamos la costa sur que tiene una línea irregular con entradas y salidas de tierra que forman protegidas bahías rodeadas de arrecifes. Paramos en la ciudad de Greenville, situada en el centro oriental de la isla y paseamos por su mercado y sus calles centrales.


Hay abundantes cascadas pero las más bonitas y conocidas son las de Seven Falls. Un simpático guía nos lleva hasta allí tras una pequeña excursión caminando. Nos bañamos y el guía nos hace una exhibición de sus proezas subiendo una pared empinada y con sus saltos con pirueta desde lo alto de la cascada. Este paraje natural se encuentra en un terreno privado y hay que pagar una pequeña tasa de 5 EC$ por persona más la propina del guía.


Aprovechamos para visitar los diversos supermercados de la isla buscando los mejores precios ya que aquí habrá que hacer avituallamiento para proseguir más tarde nuestro viaje hacia el oeste. Dos importantes casas náuticas con bastante mercancía también se reparten en la zona. Siempre hay alguna cosa que comprar.


St George’s, la capital, es pintoresca y peculiar. Sus calles son prominentes subidas y bajadas; un mercado de especies se encuentra en la parte central; topamos con varios supermercados y también bares donde los lugareños entran a tomar una cerveza a la tarde… 

 


26 de mayo de 2010

Dos marinas hay en St. George. Una nueva y lujosa que todavía está en construcción – Marina Saint Louis-  y la otra más modesta y pequeña. Tras comparar precios optamos por la segunda donde nos cobran algo menos de 20€/noche + agua aparte y si estamos dos días nos regalan uno.


Entramos en días lluviosos. Hoy cae agua con rabia y Jose tiene que salir a achicar el dinghy con un cubo porque está a punto de llenarse en solo poco tiempo. En cuanto afloja un poco, entramos al Yacht Club Grenada. Llamamos por radio para pedir la asistencia del marinero pero aparece cuando prácticamente estamos amarrados con una mano ocupada por el paraguas y la otra con no sé qué otra cosa. Es de risa, este sí que no sufre estrés.

 

27 de mayo de 2010

Hoy he empezado a estudiar francés. Le digo a Jose que lo hagamos juntos pero él siempre tiene alguna excusilla para no ponerse, así que comienzo a hacerlo sola. A mí siempre me ha gustado el estudio de los idiomas y hasta ahora no he tenido el tiempo suficiente para poder dedicarme a ellos como hubiera querido. Pienso que ahora es el momento, aprovechar el ocio también para hacer cosas productivas y que a uno le motiven. Si bien te puedes entender con el inglés en todas partes, no todos los franceses que andan por ahí hablan la lengua universal. Además, cuando llegue la Polinesia todo sera francés. Hay un libro que no está mal "French for Cruisers" para aprender vocabulario organizado por temas y algunas frases básicas.



 

 

 

La capital, St George's; amarrados y fondeados


28 de mayo de 2010

Por fin, libertadddd!!!!!! Todo alrededor vuelve a ser agua, baños al gusto, brisa, ausencia de mosquitos y un entorno bonito. Esta es la sensación que tenemos en cuanto fondeamos tras salir del puerto. Tres días metidos en ese agujerito pasando mucho calor y durmiendo mal a la noche por los pequeños insectos. Definitivamente preferimos mil veces estar fondeados que amarrados en una marina.


Salimos a la Grand Anse, el fondeadero frente a la ciudad de St. George’s, con toda la ropa blanquita, los depósitos llenos de agua y el barco limpito y recogido. Aprovechamos nuestra estancia alrededor de la city para seguir recorriendo los pasillos de los supermercados nuevos que hallamos en nuestro camino. Esto se ha convertido en una rutina que nos gusta y a la vez también en una necesidad de buscar los mejores precios. Y es que aquí no nos terminan de resultar demasiado baratos. Cuando comprábamos en el Foodland un señor muy amable nos escucha y al haber vivido cinco o seis años en Cuba ha conseguido un castellano avanzado que está deseoso de poder practicar. -¡Barcelona!- exclama cuando le decimos de dónde venimos- es la mejor ciudad del mundo y tiene el mejor equipo de fútbol- añade. Charlamos un rato y le comentamos lo elevados que nos parecen los precios.

- “Mira, este paquete de Cheetos en España vale un euro y aquí tres” ¿Cuál es el sueldo medio aquí?

- 1.500 EC$

- Son menos de quinientos euros… ¿Y cómo hace la gente?

- Sobrevive


Cuando le comentamos que todavía vamos a andar un tiempo más por la zona, nos deja su tarjeta para que lo llamemos y así nos vemos otro día. Genial. Claro que lo llamaremos; nos encanta poder trabar amistad con la gente del lugar, cosa que no es fácil por estos territorios.


Las calles de St. George’s son pronunciadas subidas y bajadas, lo cual no nos va mal para poder hacer un ejercicio extra para alternar con otras jornadas donde, o bien en navegación o bien fondeados sin bajar a tierra, el movimiento corporal es escaso.

En nuestros paseos siempre comentamos los cuerpos de las chicas con las que nos vamos cruzando. Hay negritas muy bonitas y con cuerpos espléndidos pero parece que solo lo conserven hasta los 20 o 25 años porque en cuanto pasan esa edad se empiezan a agrandar considerablemente. Seguramente la dieta basada en arroces, pasta y legumbres -que notamos abundan en los supermercados- contribuirá en el proceso. Lo bueno es que no muestran ningún tipo de complejo; a veces bien redonditas van con ropas muy entalladas y vistosas.


Ciao. Come vai? Da quale parte de la Italia siete? Preguntamos al acercarnos a un bonito barco de 19 metros que hace días anda por aquí. En seguida nos invitan a subir. Ya los habíamos visto en Lanzarote y esta pareja lleva un itinerario muy parecido al nuestro, así que seguramente volveremos a encontrarnos más de una vez.

   


30 de mayo de 2010 

Nos vamos a Prickly Bay, la segunda de las bahías de la sinuosa y accidentada costa sur de la isla una vez doblado el cabo de Pt. Saline. Aquí hay una concesión de Budget Marine, una importante casa de acastillaje.


Hay bastantes barcos fondeados. Siempre tenemos la curiosidad de a dónde irá ahora cada uno de ellos. Muchos se quedan en Trinidad en dique seco a pasar la temporada de huracanes, ya que esta isla tiene el privilegio histórico de no sufrir ciclones; otros, se quedan el los varaderos de Grenada, donde no suele haber vientos huracanados salvo en el 2004 o 2005, que tuvo su primer huracán- por lo cual no deja de ser un tanto osado aventurarse a dejar el barco aquí; y los menos se irán hacia Venezuela o las llamadas ABC (las tres islas Holandesas: Aruba, Bonaire y Curaçao).


Anoche charlando con Alejandro, de la Rueda de los Argentinos, nos comentaba que debido a la temperatura del agua que está por encima de dos a tres grados más que otros años, los expertos prevén que este año la actividad de los huracanes va a ser bastante intensa.


La Rueda se ha convertido en una distracción y entretenimiento diario que esperamos que llegue todos los días a las 7 de la tarde, hora local. Yo me he convertido en la operadora oficial del Cap’s. Me parece extraordinario poder mantener largas conversaciones con Buenos Aires, Azores o con nuestros amigos del Ilusión que están a 800 millas de llegar a Marquesas. El hacer de puente con el moderador y otros barcos y poder ayudar a que la comunicación sea exitosa también es algo muy gratificante.


Ahora hemos empezado a entrar en la Rueda de los Italianos [14.422 a las 21:30 UTC] Su moderador, Andrea, está en Panamá y pudimos copiar a otro velero que anda por Uruguay. Escuchamos, aprendemos italiano y vamos conociendo nueva gente.


Y nuestra fiebre por la radiofonía no tiene límites y ayer también hablamos con Rafael del Castillo, en Las Palmas [Rueda de los Navegantes 14.360 22h UTC] y con el velero Campeador que navega en solitario y se encuentra a muy pocas millas de Azores.


En Prickly Bay pasamos una noche bastante movidita ya que entra un poco de mar así que a la mañana siguiente, temprano, nos vamos…

 

 

 

 

 

Bahías del Sur


3 de junio de 2010

Tras hacer unas pocas millas con el viento de cara, apoyados por la mayor para estabilizar y ayudar al barco, llegamos a St. David’s Harbour, la última de las bahías, situada al sureste. Venimos con la intención de encontrar a un griego que conocimos en Martinique, que lleva aquí 20 años. Pero no hay suerte, está fuera, navegando.


En David’s no hay mucha cosa. Es una bahía estrecha cuya entrada está rodeada de arrecifes con manglares a un lado y un resort con una playita, al otro;. Al fondo hay un gran varadero donde muchos barcos pasan la temporada de verano. Parece que es un rincón bastante protegido. También se comenta que hay buenos profesionales para hacer trabajos en el buque fuera del agua.


Nos cogemos a una boya -no hay mucho lugar libre para echar el hierro- que nos termina saliendo gratis los tres días de nuestra estancia allí; nadie viene a cobrar. Además también tenemos wifi abordo by the face. El principal inconveniente son los mosquitos, estamos muy cerca del manglar y al atardecer nos atacan sin compasión.

 


4 de junio de 2010

Nos vamos a Port Egmont. Es un lago muy cerrado y protegido rodeado de manglares. Un lugar de primera para pasar los huracanes, dice la guía. No hay nadie y los dos barcos hacemos una parada para comer: cocido de garbanzos, que prepara Ángel, para combatir el calor complementado con lentejas con chorizo al día siguiente. Es que los dos chicarrones son del norte y les va la comida de cuchara, así que a una no le queda más remedio que apechugar, dicen que lo que quita el frío quita el calor.


No hace mucho tiempo fue un lugar virgen pero decenas de casas grandes y lujosas están en construcción. Tras recoger el mantel nos adentramos en Clarkes Court Bay. Ofrece varios fondeaderos dispersos en la inmensa bahía y muy pocos barcos por contraste. También hay un pequeño puerto, Calivigny Harbour.


Todas las bahías del sur de la isla tienen varias cosas en común. Las entradas están rodeadas de arrecifes y deben traspasarse solo con claridad, tienen una zona de manglares, pequeños puertecitos familiares, algunos varaderos y varios barcos fondeados, agarrados a boyas o atados a los manglares donde pasan el verano. Enseguida reconoces los veleros cuyos dueños ya no están y se han quedado solos esperando a que pase la temporada de huracanes. Los dejan sin velas, varios cabos y/0 anclas, muchos desmontan la botavara así como también las aspas de los generadores eólicos, el dinghy bien atado a cubierta…

 


8 de junio de 2010

Nos marchamos hacia Hog Island, una bahía protegida y de las más populares de Grenada. Se nota por la afluencia de barcos. Nos plantamos frente a una bonita y pequeña playa con un chiringuito donde ya no queda casi nadie. Al día siguiente nos trasladamos a Prickly Bay antes pasando por Mt. Hartman Bay para echarle un vistazo.


Esta vez elegimos un punto donde no se mueva tanto el barco ya que la otra vez que recalamos tuvimos bastante meneo. Hay bastantes barcos que aprovechan hasta último momento antes de sacar el barco fuera del agua y regresar a sus respectivos países hasta la nueva temporada. Prickly es un lugar agradable, tiene una minúscula marina, un mini market y un varadero donde se amontonan cientos de barcos.


Aprovechamos para caminar un poco por los alrededores y cogemos un bus para ir a la capital. Recibimos la visita de nuestro nuevo amigo Daniel que nos obsequia con ricas frutas frescas; nosotros promocionamos nuestra tierra con una tortilla de patatas.


 

 

 

Últimos días en las Islas de Barlovento


13 de junio de 2010

Nuestra estancia en Grenada ya está llegando a su fin pero estos dos últimos días han sido bien interesantes así que cerraremos el capítulo con ellos.

 

Nos acercamos a llamar por teléfono a tierra y vemos que está jugando Argentina, así que nos quedamos a ver la segunda parte del partido en el bar de la marina. Conocemos a un chileno que ha vivido 25 años en Venezuela y lleva 5 en Grenada. Es constructor (los edificios modernos blancos que están en una foto más abajo los ha hecho él) y nos sobresaltamos cuando nos dice los precio de venta. Los apartamentos 650.000$ y las casas 4 millones de dólares. Bufff! No creemos que lo valgan; de hecho nos dice que ahora no se vende nada pero que los principales compradores suelen ser ingleses y alemanes. Nos cuenta que el sueldo de un obrero está en 1000 US$ y que la gente tiene un buen nivel adquisitivo ya que sale a pescar y tiene un terrenito donde cultivan la fruta y la verdura, así que no tienen muchos gastos.

 

Quedamos con Daniel, nuestro amigo lugareño, que nos recoge con el coche en Prickly Bay y nos lleva a ver parte de la isla. Recorremos varias de las bahías del sur y las vemos desde una perspectiva diferente a la que habíamos tenido desde el mar. Llegamos a un lugar nuevo, el Phare Blue Bay, que está entre Calivigny Island y Point Egmont. Es una marina más lujosa que las demás, un resort muy chic y un viejo barco sueco amarrado convertido a restaurant.

También recorremos la Universidad. Casi con 20.000 alumnos es una de las fuentes de empleo principales de la isla junto con el funcionariado. Es un campus de lujo, una universidad privada cuyos dueños son americanos donde vienen alumnos de muchos países, principalmente de EUA y cuya matrícula solo pueden costearla unos pocos privilegiados.

Tras la visita a la St. George’s University proseguimos nuestra ruta adentrándonos en la zona más montañosa. Recorremos nuevamente la ciudad de Grenville y más tarde vistamos el campo donde Daniel tiene un amigo que nos regala plátanos, maracuyás, probamos el fruto del cacao, comemos unas naranjas y nos explican cómo obtener la nuez moscada. Tenemos fruta para unos cuantos días ya que Daniel también nos ha traído decenas de exquisitos mangos.

Seguimos recorriendo la parte montañosa y pasamos por la ciudad de Works. Es sábado por la tarde y la gente -muy arreglada- acude a la iglesia. La población es muy creyente y Daniel nos contaba que el 99% de la gente se casa por la iglesia. Una de las principales religiones es la adventista pero hay muchas otras.

Finalizamos la noche en casa de Daniel donde conocemos a su mujer que nos cuenta cómo pasó el último huracán: el techo de su casa voló y se quedaron a cielo abierto, todas los cristales se rompieron, los muebles se caían… Escuchamos su relato atónitos ya que lo narra con entusiasmo como si lo estuviera reviviendo; su vecina tuvo peor suerte ya que su casa, hecha de madera, se esfumó totalmente.

Al día siguiente Daniel viene a visitarnos a bordo y ya nos despedimos.